Poesía

» León Daudí  (1905-1985) Escritor español
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 "La poesía puede ser una actitud de vida, una forma de mirar el mundo, 
de conocerlo y de apropiarse de él. 
No es la palabra en función puramente ornamental 
sino una forma diferente de decir las cosas 
que abarca la existencia toda" (1)
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Nos recuerda Laura Devetach, que  los poetas siempre hablaron del "desorden de los sentidos" (2), como ese modo de hallar nuevas dimensiones para penetrar la realidad... Luego, mencionará a Neruda con su particularidad de  tocar la realidad con los ojos, y escuchar el mar con la piel, para entonces hacernos notar que   la disponibilidad  para percibir o expresarse a través de cualquier arte reside quizás en ser o estar sensible, o sea, en poder dejar libres a los sentidos para que cumplan sus funciones de descubridores del mundo. Pero no solamente para procesar datos por la vía racional y práctica, sino a través de la emotividad.   Entonces nos invitará a   entrar en poesía como alguien que se tira al agua o toma sol, y permanecer allí, en una inmersión en el lenguaje - agua, lenguaje - sol, lenguaje - juego, lenguaje - mirada, sonido, textura, donde nada quede reducido únicamente a la comunicación racional.  Porque así, dice Laura Devetach, es como se consolida la creatividad personal y se construye el imaginario. Y es por ello, dirá, que hay que defender el estado poético, el estar en poesía, el estado de lectura y escritura...


Las palabras de Laura Devetach me resultan la fundamentación simple, coherente, sincera, sentida y directa para este espacio, que pretende sumarse a la defensa por ella esgrimida, propiciando un encuentro poético entre todos los interesados en el campo de la LIJ para compartir poesías, reseñas literarias, reflexiones teóricas, audios y videos entre otras inmersiones poéticas.-


(1) (2).- Devectach - Laura. La construcción del camino lector. Comunicarte. Córdoba, Argentina. 2008.



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Para dar inicio a esta sección, elijo compartir una conferencia de Cecilia Bajour  “Nadar en aguas inquietas: una aproximación a la poesía infantil de hoy”, presentada dentro del marco del CongresoIberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), en Bogotá, el 8 de marzo de 2013, la cual ha sido publicada en la revista Imaginaria, de publicación digital – dedicada a la LIJ -.

En dicha nota, la especialista nos invita a recorrer algunas zonas de inquietud en relación con la poesía, una invitación para quedar, como ella misma lo expresa, “en estado de pregunta”, pero en una actitud interrogativa que Cecilia Bajour define como  “un encuentro más desenfadado, menos solemne y a la vez reflexivo sobre los modos de hacer y pensar la poesía para niños y sus relaciones con la poesía en general”….
Una reflexión sobre el género, presentando las distintas tendencias poéticas con apertura a múltiples formas de hibridación (de discursos, de lo viejo con lo nuevo, de los géneros literarios con los no literarios, de lo poético con lo narrativo, de lenguajes artísticos, de la propia poesía infantil con la poesía adulta, etc.) en este recorrido más que interesante que puede leerse aquí:

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Inauguré esta sección tomando palabras de Laura Devetach... y es que tenemos tanto, aún, por aprender, tanto por escuchar, por leer y releer, que aquí vamos con ella:

Al menos una vez por semana, me sucede que me encuentro con ella, que preparo el mate y me digo, y le digo,"Laura Devetach, aquí   estamos"... y entonces vamos dialogando entre líneas, o al menos, eso pareciera... a medida que leo sus historias, sobre todos sus poemas, me retiro de las líneas para alzarme en vuelos ondulantes, pegar vueltas, giros en el aire, hasta caer nuevamente en la silla y cebar el próximo mate. Entonces vuelvo a la lectura y veo qué me dice ahora, y juro que aunque pareciera ser exactamente lo mismo, me dice, con iguales palabras, algo totalmente distinto.- Por eso digo, que, al parecer, estamos encontradas y vamos dialogando.-


Para ella, según expresa, "escribir, leer o contar un buen cuento es ofrecer una manzana entera, sin desconfiar del que la va a comer y, reconociéndole además el derecho de que, si no le gusta, se quede sólo con el bocado que logró sacar”, pues bien, cambio mate por manzana y sigo leyendo.- Luego, vemos qué pasa...

Laura - a esta altura retiro su apellido y voy entrando en confianza vaya una a saber por qué -  cree en lo poético como una forma de conocimiento y como una manera de estar en el mundo. Y gusta hablar de la escritura como “tejido, trama o bordado que va construyendo mundos con tensiones, derechos y reveses, puntos corridos, nudos...”

Pego un mordisco a la manzana, y otro giro en el aire. Entonces recuerdo...

Cuando era chica, las mujeres de la casa me enseñaban ciertos oficios... así, pusieron en mi mano un plumero, una escoba, una bolsa de mandados, un changuito, juegos de té y de cocina, que se ensuciaban y no... Pero tal vez porque faltaba algo, me enseñaron costureros, lanas, hilos, y agujas de varios tamaños... de coser y de tejer... tejer, eso también me enseñaron.- Sin embargo, no lograba hacerlo, a pesar de que solo se trataba de mover la mano siempre de igual manera para obtener el mismo punto... quizás lograba apenas unos pocos, que para resultados utilitarios era casi lo mismo que nada.-
Otro mordisco a la manzana y sigo girando... vulevo a bajar y escucho las ideas que, con su "Oficio de palabrera", Laura sugiere tener en cuenta, a saber: 
"1- Generalmente el punto más usado es el más cómodo. Es el que nos hace sentir seguros. Pero no siempre es el mejor. Huir del lugar común. Para eso hay que reconocerlo. 2- Explorar nuevos puntos, juegos de tensiones, muchas formas de tejer. Apasionarse en esa búsqueda. Por este camino se puede llegar también al punto más usado, pero de manera nueva.    3- Hay zonas que casi no encuentran sus palabras. Entonces hay que inventar procedimientos, puntos de vista, recursos, lazadas dobles que aparecen como inocentes acomodamientos del hilo en una trama tranquila. Hay turbulencias en las agujas de tejer. Esta búsqueda es lo mejor que tiene un texto. Es el elemento que lo ilumina, lo que no se ve a primera vista, lo que hace que trascienda y toque al lector de alguna forma. Un texto, como la vida, nunca es simplemente lo que parece.” 

Huir del lugar común. Agregaría, del siempre mal intencionado sentido utilitario. Para eso hay que reconocer el punto más usado. ¡Suerte que no pude memorizarlo a punto repetición!...
Con el plumero recuerdo perfectamente haber hecho dibujos sobre la mugre de los sillones, con la escoba solo recuerdo haber bailado el bals que aprendía en las fiestas de casamiento o quince años, mirando los pies de mis tías y tíos, de uno a otro lado. La bolsa de mis pequeños mandados siempre estuvo vacía, no sé si por pequeña, pero estoy casi segura de que porque apenas andan y ando, es que ni me mandan ni mando... En el changuito, puede que haya metido un cuaderno, y varios papeles sueltos de ésos en que escribía y dibujaba, que es también un modo de escribir... o dibujaba y escribía, porque escribir es también un modo de dibujar... en fin, papeles en los que "hacía"... y digo "papeles sueltos" porque Laura tiene razón, "los papelitos nunca se pierden"...
En los juegos de té y cocina, deben haber quedado, si es que de veras se ensuciaban, algunos rastros de palabras, de frases inconclusas con mayor o menos sabor, más o menos probadas. Algún secreto guardado para siempre en un saquito de té, alguna vieja historia de amor aguada...
Pego otro mordisco a la manzana, el gusto es extraño ahora. Como si acaso fuera otra la manzana, otro el giro, o vaya una a saber qué. Sin embargo la manzana es la misma, y he caído en la misma silla entre giro y giro, otra vez.- ¿Entonces qué cambia?... Intento responder, pero tal vez Laura tenga razón, tal vez sea muy cierto aquello de que hay zonas que casi no encuentran sus palabras. Y acá es donde empiezo por ponerme a tejer, a inventar procedimientos, a tomar puntos de vista y echar lazadas en esta trama palabrera para pasar la turbulencia, mientras atravieso la manzana con una aguja número tres, no sé por qué la número tres... quizás porque eran tres las ideas de Laura, o quizás esa era la aguja que me daban o tal vez solo sea el azar... Probablemente empiece a buscar ahora el porqué de esta aguja, de esta trama... y entonces me vea inmersa en todo este tejido por el que me voy, aunque no sepa tejer, aunque de verdad piense que nunca aprendí a tejer, y tenga que darme cuenta ahora, entre línea y línea, entre salto y salto, entre giro y giro, entre mate y mate con Laura, aunque sin ella pero con ella, en  este otro mordisco de la manzana que si, que es verdad, "que un texto, como la vida, nunca es simplemente lo que parece..."   
Triple giro en el aire, y ya.- Caigo sentada, cierro los libros de Laura que tengo sobre la mesa. Doy el último mordisco. Miro el tronquito de la manzana. Me comería otra, pero es mejor, siempre es mejor, quedarse con las ganas... total en una semana o dos, volveré a sentarme, y en el mayor de los silencios, lo sé, hablaré con Laura.-  Esa Laura tan mía, y tan de todos... la mismísima autora del inolvidable libro "La Torre de Cubos", del cual se animaron a decretar en épocas de dictadura militar, que de su análisis se desprendían "graves falencias tales como simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentes", según la resolución N° 480 del Ministerio de Cultura y Educación de Córdoba que prohibió la obra por aquel entonces. 

La prohibición del libro La Torre de cubos, llegó a ser decreto nacional. Sin embargo, gracias a muchos lectores  - para suerte de los muchos lectores que pertenecieron a generaciones posteriores - el libro siguió circulando en aquel entonces: era incluido en antologías - aunque sin el nombre de la autora-, los maestros hacían copias a mimeógrafo y se los daban para leer a los alumnos, según manifestó la propia Laura Devetach.  Maestros que seguramente sabían de esta mujer que también habitaba el oficio docente, como ellos, pero en un pueblo del Norte de la provincia de Santa Fe, al que había llegado allá por el año 1956. La misma que escribía en papelitos sueltos, y estudiaba Letras en la provincia de Córdoba, viajando 24 hs. cada vez que debía rendir un exámen. La misma que en aquella escuela inauguró los cuentos con sus alumnos, que a contraturno trabajaban en las cosechas de algodón; ésos alumnos con los que sintió que el pizarrón se volvía la tierra del patio o la arena. La misma a la que el guardapolvo de tablas impecables, se le fue derritiendo con el viento norte y algunas lágrimas. La misma que le dejó a esos chicos, los libros de su infancia.  La misma, Laura Devetach.

Alguna vez leí que Laura manifestaba tener  grabadas imágenes de atardeceres en la ciudad de Córdoba: "gente que deambulaba por las calles con paquetitos, con valijas donde llevaban los libros, cuando se iban a dormir de un lado al otro. Parecían caracoles con sus caparazones a cuestas. Así era todo, silencioso y sórdido" , decía...


Por suerte, pienso, los tiempos cambiaron, y esa gente, que tuvo el valor de cargar sus valijas en medio del silencio sórdido, estoy segura, lo han hecho con pleno conocimiento de la riqueza de sonidos que consigo llevaban, pero sobre todo, con la implacable esperanza de que algún día esas valijas volverían a ser abiertas para descargar el equipaje. El tiempo así lo muestra, o mejor dicho, lo hace sonar... porque aquí estamos todos - incluso los que no están -  entre los viejos y nuevos sonidos capacez de hacernos girar en el aire, permitiendo la caída libre, la inmersión en el estado poético, que hay que defender y defender y defender, porque como a la alegría, a la poesía también hay que defenderla del caos y la pesadilla... para que nadie quiera hacerla desaparecer, nunca más.-

Porque la voz de Laura suena, resuena y así será por siempre en cada uno de los que amamos y premiamos su "ilimitada fantasía", y que la esperamos al caer la tarde, con el mate listo, un libro y una manzana en mano.-




¿Qué más se puede decir sobre poesía?, se preguntaba Laura Devetach apenas unos días antes de asistir al III Simposio de LIJ en el Mercosur, realizado en la Universidad de General San Martín. Los que estuvimos allí, la escuchamos, y quienes no estuvieron pueden escucharla aquí:


 
 
Algunas manzanas del huerto de Laura que sugiero probar:
 
  •  Canción y pico
Laura Devetach (texto) Oscar Rojas (Ilustraciones)
Bs. As., Sudamericana, 1998, Col. El ombligo
 
"... La palabra es como una llave
puede abrir puede cerrar
habrá que darle una vuelta
que me sirva para entrar..."
                                                                                              
  "... Érase que se era
un pico
érase una cabeza despeinada
un puñado de plumas
que cantaba.
Y érase también
un corazón de alpiste
que tendía
esta canción lejana
desde el pico
hasta aquí
canción con son
enamorada..."
                                
Con un delicado y creativo tratamiento del lenguaje, Laura Devetach (poemas) y Oscar Rojas (ilustraciones), nos introducen, a través del libro "Canción y pico", en un universo poético y estético, con la duración de esos poemas de nunca acabar, a los que se suman coplas, caligramas, recursos retóricos, en resumen: poesía en movimiento, para lectores inquietos.-
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  • La hormiga que canta”, con textos de Laura Devetach e ilustraciones de Juan Limaeste libro invita  a un recorrido sensorial, en el que  palabras e imágenes, texturas y los colores, sintonizan una propuesta plástica y poética, ofreciendo al lector una experiencia visual diferente cada vez. 
En la revista de LIJ "Imaginaria", podrán leer la reseña elaborada por Cecilia Bajour:  
http://www.imaginaria.com.ar/13/0/hormiga.htm

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Me permito agregar una reseña del libro "La loma del hombre flaco", novela corta de Laura Devetach:



La loma del hombre flaco.
Laura Devetach.
Ilustraciones de Jorge Cuello.
Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2005.

 

Busco en mi biblioteca - esa otra materialidad de la memoria - un libro ya leído. Lo reconozco y toco con la mirada, segundos antes de sostenerlo entre mis manos: “La loma del hombre flaco”, de Laura Devetach.
Siento la brevedad de sus páginas, y como si acaso pudiera ponerme a tono con el estilo de su autora, el de retomar hilitos anteriores en nuestros recorridos,  evocando y recogiendo voces, sonoridades, músicas, recupero la voz de mi abuela cuando, entre dichos de la sabiduría popular, advertía: “lo breve, dos veces bueno”.


La  contratapa del libro aporta una síntesis argumental: “Es increíble lo que puede lograr un chisme una vez que echa a rodar. De esto y mucho más trata esta historia, que transcurre en un pueblo sin tiempo, en donde Marí Marí – hija y nieta de costureras – resiste los embates de un desagradable hombre flaco, muy dado a la prepotencia y a las habladurías.  Personajes singulares, tradición, acción y magia, son algunos de los ingredientes que los lectores podrán encontrar en esta novela, que desafía los modelos y promueve la imaginación

Abrir y cerrar las páginas del libro, es como abrir y cerrar una mamushka. Tres generaciones de mujeres costureras, en pueblo sin tiempo, devienen en una: María María María, quien en lo sucesivo será Marí Marí.  Y en la mutación del nombre, aparece algo de la esencia de esta historia, la de reconocerse en la memoria de otras mujeres, a la vez que la de actualizar esas historias a la luz de una transformación personal. Ser un poco ellas, mujeres unidas en el entretejido de dichos, dichas y desdichas, y ser también una misma, reconociendo el retazo propio en el hilado de la memoria ancestral y colectiva.

Y yo, mujer mujer mujer, con nombre propio que también repito tres veces hacia adentro, siento al repasar la lectura de esta historia, que nada falta. Todo está en la brevedad de esta novela: Aquí o allí, en uno u otro tiempo, las mujeres, los hombres, una higuera, un limonero, las reuniones, los encuentros, las enseñanzas, la tranquilidad y el peligro en un mismo terreno. Los deseos, la ambición, la maldad, el abuso de poder. La violencia de género.
Las hebras de colores, las tizas de marcar, los moldes de costura, la máquina de coser que funcionaba hamacando el pie sobre un enorme pedal, la aguja, el dedal, la tijera cortando el hilo… la vida y la muerte, tomando asiento. La sabiduría popular, una anciana y sus consejos. Los dichos populares, las canciones, y algún poema que podría haber quedado suelto, pero no en esta historia en la que todo se hilvana, de la mágica mano de su autora que la escribió, puntada a puntada, como cosiendo.


María María María, tras la pérdida de sus padres, es criada por su abuela entre palabras de yuyos y agujas. Quizás por ello, sabe que, aun cuando la fuerza y el alma parecen hacerse  jirones, hilvanando los hilos de la memoria y la palabra, todo puede enmendarse. Así, tras la muerte de su abuela, María retomó el hilo de la costura, transformando cualquier trapito en algo hermoso. Tal su habilidad, que a ella recurrían las señoras del pueblo, para encargarle diera vuelta los cuellos de las camisas a sus maridos y las muchachas con faldas o blusas para algún arreglo, pero entonces María hilando en su memoria recogía un viejo dicho popular “no hay que regalar pescado. Si quieren, les enseño a pescar”, así “mujeres de hilos tomar” armaron un animado taller de costura, hasta donde un joven supo llegar: el italiano Luigi Bevilacqua, a quien los ojos de María, a la que, desde entonces, supo llamar “Marí Marí”, mareaban de manera particular.

Cien agujas enhebraba María todas las noches, con hilos cortos, para coser tranquila al día siguiente. Hasta que un día, apareció el rumor: “que rara es Marí, jamás se la ve enhebrar la aguja, pareciera que cose siempre con el mismo hilo”, así fue, entonces, como corrió el rumor sobre “cierta aguja enhebrada con cierta hebra infinita”. Una extraña hebra que podría dar la vuelta al mundo.  Justamente eso fue lo que le interesó a un hombre flaco, forastero, que andaba recorriendo el pueblo.
Aquel hombre flaco, personaje oscuro, habitante de casi todos los lugares y todos los tiempos, fue acercándose a Marí, y luego comenzó a seguirla y piropearla, pero los piropos se convirtieron en gestos, en miradas penetrantes, en llamados, en guardia permanentemente frente a su casa, hasta dar con ella y ofrecer cantidades de cosas a cambio de la hebra infinita. No consiguiendo lo que quería, fue amenazando también a las muchachas del taller y  a cada una de las amigas de Marí, hasta dejarla sola.

Desesperada, Marí, recurre a la vieja de un solo diente: “¡me acosa! ¡Me espía, me pide lo que no tengo! ¡Me castiga, me roba, me va cercando! (…) ¡me enreda en el cuento de la hebra infinita!, ¡yo no la tengo! ¡Lo único que tengo es un montón de agujas que enhebro de noche para ahorrarme tiempo de día! ¡Cuánto más lo corro, más me persigue!, ¡no sé qué hacer! (…)”

La vieja costurera afina la mirada y como acertando el hilo en el ojo fino de la aguja, aconseja que “ponga en su lugar” al hombre flaco, ése que, haciendo abuso de poder, no cede ante su objeto de deseo, acorde a su deseo: no dar puntada, “sin hilo”. Un hilo infinito que le permita reforzar para siempre su poder.

Pero entonces, el consejo mayor de la anciana hacia María viene de la mano del invento, de la posibilidad que nos otorga la fuerza de la ficción, que puede enhebrarse hasta el infinito para unir retazos sueltos. La posibilidad de volver a enhebrar, hallar nuevos colores y ritmos capaces de mover el tiempo, haciendo la vida retome su curso, y fluya como un río.

En esta historia, conviven un hombre de una infinita ambición, un chisme de un infinito andar, una mujer de una supuesta hebra infinita, una anciana de una infinita sabiduría y una autora de una infinita imaginación que contagia a los lectores, hilando distintas historias, dentro de una historia, a la perfección. Con la poesía que habita en las formas coloquiales del lenguaje, con metáforas y comparaciones poéticas, que cualquier lector asumirá como cuando se mira un bello cuadro o escucha una bella melodía, sin necesidad de ninguna explicación.-

Aquí puede leerse el hilado de géneros y generaciones. Aquí están algunas de las huellas del folklore – social y familiar - y la muestra de que se puede seguir creando e inventando. De que hay sucedidos que pueden transformarse, y tirando del hilito de la memoria hacer de viejas historias otras historias,  contemporáneas, en donde se encuentren el cuerpo del autor que escribe y crea los personajes, el cuerpo de los personajes – retazos de vidas ajenas y propias -, y el cuerpo del lector, que es entrecruzamiento de vidas, de historias, de cuerpos y memorias.

La conclusión de esta reseña dice: “Brevedad” no es sinónimo de “liviandad”. En lo breve, bien puede habitar lo intenso.

Mi abuela, María María María, tenía razón: “Lo breve, dos veces bueno”.-

Gracias Laura Devetach, por enhebrar agujas todas las noches, por mover tus mágicos hilos todos los días.-


Ivanna Rosselli


Ivanna Rosselli. Psicopedagoga. Narradora oral. Promotora de lectura.
Diplomada en Estudios Avanzados en Literatura infantil y juvenil, por la Universidad de General San Martín.-
Creadora y administradora del blog de difusión de LIJ: “La infinita desmesura” (Premio Nacional de Blog de LIJ, otorgado por la Biblioteca Madre Teresa de Calcuta, año 2014).-



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  Laura Devetach. Nació en Reconquista, Pcia. de Santa Fe pero vivió muchos años en Córdoba, donde estudió Letras Modernas en la Universidad, fue docente e incursionó en el periodismo, el teatro, la radio y la televisión. Actualmente reside en Buenos Aires.
Publicó  más de sesenta libros de cuentos y de poesía para niños, entre los cuales se destacan: Monigote en la arena, La Torre de cubos, El hombrecito verde y su pájaro, La plaza del piolín, Picaflores de cola roja, El ratón que quería comerse la luna, El enigma del barquero, Cuentos en tren, Del otro lado del mundo, Cuentos que no son cuento; La hormiga que canta, Canción y pico, Milongas tamaño alpiste, Coplas de la humedad,Secretos de un dedal, Versos del pozo redondo, Problema del sauce llorón,  y muchos más..
Escribió trabajos de investigación sobre temas de literatura infantil, mereciendo especial reconocimiento las reflexiones en torno a la escritura y la lectura, en sus trabajos publicados "Oficio de palabrera" y "La construcción del camino lector".

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